
En los últimos artículos he escrito con el fin de que incluyamos la creatividad en nuestra forma de planificar nuestros negocios y de integrar quienes somos en ellos. Inicié con el tema de la creatividad y posteriormente con la intuición. Hoy seguimos enriqueciendo este tema con una reflexión acerca de las etiquetas que nos trae Concepción Sanjerónimo. Es coach de negocios digitales, emprendedora en primera persona y amante de las buenas historias. Su misión es ayudarnos a encontrar la esencia única de nuestro emprendimiento, a comunicarla al mundo con eficacia para que triunfemos con nuestro negocio y seamos cada vez más libres.
Nos ha escrito este artículo apuntando muy acertadamente que vivimos clasificándonos a diario y usando etiquetas que muchas veces no permiten que podamos crecer y ser creativas.
Si quieres conocer más de Concepción ve a su página: www.turutaemprendedora.com
Entonces, ¿Vives la trampa de las etiquetas?
Se suele decir que, si ponemos nombre a aquello que nos sucede, es más fácil que podamos encontrar una salida.
No identificar lo que nos sucede, se parece a estar en un laberinto sin saberlo. Lo que sucede en estos casos es que podemos caminar y caminar y seguir caminando, sin dar nunca con la salida, porque en realidad no sabemos qué está pasando, ni cuál es nuestro fin.
Pero, ¿qué sucede cuando ponerle nombre a todo se convierte en el verdadero problema?
El juego absurdo de las etiquetas:
Desde que somos niños, nos enseñan a identificar todo lo que nos rodea a nuestro alrededor. Silla, mesa, sol, pájaro…
Damos por supuesto que es así y, simplemente, aceptamos que es una regla impuesta, en cierto modo, para la mejor comunicación y convivencia en sociedad.
Sin embargo, con el paso del tiempo, lo que comenzó como un juego, toma ciertos tintes peligrosos. Y es que comienzan a etiquetarnos a nosotros mismos. Inteligente, ordenado, creativo, excéntrico, solitario…
A veces, esto sucede a edades tempranas, en las que todavía no se está preparado para madurar y ocurre lo mismo: aceptamos y nos convencemos de que si lo dicen los demás, los que mejor nos conocen, será cierto.
Estas etiquetas son como losas que, en muchas ocasiones, cargamos a cuestas a lo largo de nuestra vida, casi sin darnos cuenta.
Sin embargo, el mayor reto que tenemos por delante, si queremos crecer interiormente como personas y desarrollarnos, es identificar cuáles son esas etiquetas que nos definen.
Después, habrá que reflexionar acerca de qué suponen esas etiquetas en nuestra vida actual. Y, más tarde, si creemos que están frenándonos de algún modo, habrá que librarse de ellas. Soltar las cadenas para poder empezar a volar libres.
Las etiquetas y el emprendimiento:
Cuando te decides a emprender, hay un trabajo encubierto muy importante que hacer, aunque la mayoría de las veces no se comenta. Se trata de un trabajo interno, de superación, de convertirse en la persona que queremos ser, para conseguir nuestro objetivo.
No todos nacemos con un espíritu emprendedor, pero hay actitudes que pueden trabajarse para emprender con éxito.
Sin embargo, las etiquetas actúan como una especie de jaula. Si te quedas encerrado tras sus rejas, jamás podrás lograr lo que te has propuesto.
Por ejemplo, si quieres comenzar a trabajar por tu cuenta, crear tu propio negocio, pero crees que eres bastante desorganizada, puede que esto te frene.
Quizá te hayan dicho que, para desarrollar una idea de negocio, se necesita de organización y control.
Esto no encaja con tus etiquetas, esas que según tú te definen, y por lo tanto, abandonas la idea antes siquiera de darte una oportunidad.
Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar en si esas etiquetas que te definen están grabadas a fuego?
Seguramente, si echas la vista atrás, recuerdas algún episodio de tu vida en que, a pesar de lo que todo el mundo creyera, conseguiste algo o hiciste algo que se escapaba del concepto que los demás tenían de ti, ¿no es así?
Esa es la prueba que necesitas para creer que quizá, es hora de trabajar sobre tus etiquetas y cambiarlas.
La forma en la que etiquetas el mundo:
Hablando de etiquetas, no sólo tendrás que revisar las que te definen a ti. A veces, utilizamos ciertas etiquetas para definir otras realidades, que se acaban convirtiendo en grandes lastres.
Por ejemplo, tu forma de entender los negocios.
Yo misma he tenido que trabajar mucho esta parte, hasta darme cuenta de que una etiqueta no tiene por qué ser fija.
En su momento, creí que tener un proyecto emprendedor significaba profesionalidad, seriedad, rigidez…
No había cabida a la creatividad, ni la imaginación, a menos que te dedicases a una actividad que requiriese de esas aptitudes.
Con el tiempo, empecé a notar que mi proyecto no funcionaba como esperaba, porque estaba dejando partes importantes de mí fuera de juego.
Por ejemplo, siempre he pensado que era muy ordenada y que eso era una gran virtud. De modo que, planificaba hasta el más mínimo detalle y no me salía jamás del guión.
Esto me provocaba agobio, hastío, aburrimiento y desazón. Circulaba por un camino que, a menos que cambiara, a lo único que me iba a llevar era a quemarme.
Entonces, paré, reflexioné acerca de lo que estaba haciendo y me di cuenta de que era lo que fallaba.
Un emprendimiento crece de dentro hacia fuera. Hay que empezar por escucharse, por hacer caso a nuestra intuición. Y, para ello, primero hay que volver a despertarla, si es que se ha quedado dormida.
¿Tienen cabida las corazonadas en un emprendimiento?:
Seguro que el hecho de que te plantees esta pregunta, está en la etiqueta que colgaste a las corazonadas.
Pero, no voy a ser yo quien te diga que la intuición y el éxito de un proyecto van de la mano.
Bill Gates, dice: “En los negocios, algunas veces simplemente tienes que seguir tu intuición”.
Y es que para él, “la intuición es la razón acelerada, la velocidad máxima de la inteligencia.”
Es posible que siguiendo una corazonada te equivoques. Pero, no es menos cierto que posiblemente, siguiendo la razón también lo hubieras hecho. No hay ninguna seguridad.
Al menos, siguiendo tu intuición, o al menos dándole cabida en tu proyecto, te asegurarás de sentirte cómoda con lo que haces y aprender del proceso. De otro modo, sería ir en contra de ti misma.
Y dicho todo esto, llegamos al final. No tengo intención de convencerte de nada, pero espero que te des la oportunidad de probar algo diferente.
Siente cómo funcionas con tu proyecto, cómo vibras con él y, si sientes que, en alguna parte, hay algo que no encaja, trabaja sobre tus etiquetas.
Además, ¿hay algo mejor que romper con todo y ser una misma?
Me gustaría conocer tus opiniones en los comentarios. ¡Te espero!
Hola Mónica,
Ha sido un gusto escribir este artículo. Cuando me lo propusiste, supe que iba a ser un espacio para reflexionar y darme cuenta de ciertas cosas que, de normal, se nos escapan.
Tienes razón en que vivimos etiquetándonos, poniéndonos límites. De ahí que espero, con este artículo, las personas que lo lean caigan en la cuenta de si están viviendo según unas etiquetas que ya no las representan y puedan trabajar para liberarse.
Un abrazo y muchísimas gracias por invitarme a tu blog.
Hola Conchi:
Compartir reflexiones es una forma de crear conocimiento colectivo y en este caso, con la oportunidad de cuestionarnos e invitarnos a cambiar, tiene un gran valor para mi. Busco ayudar a hacer un alto para reflexionar, hacerse las preguntas y cambiar siempre con una buena calidad de vida y salud mental. Los objetivos en la vida se alcanzan siendo coherentes con nosotras mismas.
Gracias por tu aporte en este artículo, no estamos solas en nuestro camino de vida.
Un abrazo,
Mónica
¡Hola Mónica!
Me ha parecido muy interesante la temática elegida para este post, es algo sobre lo que he estado reflexionando últimamente, de hecho.
Como bien dices, nos enseñan desde pequeños a etiquetar el mundo que nos rodea, y seguimos con el paso de los años tendiendo a etiquetarlo todo, incluidos nosotros mismos.
Esto es una opinión puramente personal, pero yo me he dado cuenta de que es mejor no ponerse demasiadas etiquetas, puesto que al final pueden acabar siendo tus propios límites. En todo caso, podemos optar por ponernos ‘etiquetas’ en pos de la persona en la que nos gustaría convertirnos, es decir, imaginar qué persona queremos ser y actuar en consecuencia. Esa creo que es una forma más holgada de actuar y de dejar que nuestro potencial pueda desarrollarse más allá de nuestros confines mentales.
¡Gracias por tu post!
Un abrazo,
Mar
Hola Mar:
Me encanta tu reflexión de las “etiquetas aspiracionales”. Mientras mantengamos claros nuestros valores y talentos, pueden funcionar como motivadores para mejorar. Ya iremos variándolas a medida que nos transformamos.
Gracias por tu comentario!
Mónica.
Hola Mar,
Pues yo te tomo la palabra. Creo que es mucho más constructivo y más inspirador, colgarnos las etiquetas de lo que queremos ser, para motivarnos a dar pasos hacia delante para conseguirlo.
Está claro que, en definitiva, cualquier herramienta que utilicemos, tendrá éxito o no, en función de cómo la orientemos. Y eso, ¡sí está en nuestras manos!
Un comentario genial, Mar.
Un abrazo.
Hola Conchi y Mónica,
este tema de toca de cerca, estoy en proceso de desetiquetarme (no sé si ni existe el término)
Las etiquetas tratan a las personas como si fuéramos robot, en cualquier ámbito de nuestra vida. Y tengo la sensación de que si tienes un negocio basado en tu propia marca personal, aún aprietan más. Estoy aprendiendo a ser flexible, quiero decir que por cambiar la forma en la que se espera que actué, en función de la etiqueta que me pusieron, no significa fallarme, ni pisotear mis valores. Es más significa que me escucho y me respeto, y como eso es lo que me hace sentir bien en esa ocasión pues actúo en consecuencia.
¡Me gusta mucho esta colaboración!
Un abrazo a las dos.
Hola Ana:
Cuando tu eres tu marca es importante estar muy consciente de las etiquetas y aprender de cierta forma a jugar con ellas. Siempre seremos más que las etiquetas, así que te das permiso de flexibilizarte, aceptarte y cambiar. La esencia permanece en tus valores.
Un abrazo!
Mónica.
Hola Ana,
Entiendo lo que dices, parece que actuar en contra de lo que se supone que debemos hacer, es ir contra nosotros mismos. Sin embargo, si cuando actúas bajo una de esas etiquetas, no te sientes a gusto y bien, ese es un factor que puede avisarte de que toca cambiar las etiquetas.
Me alegra que ya hayas empezado a trabajar en ello, porque, sobre todo, a la hora de emprender un gran proyecto, pueden convertirse en un lastre, si no tenemos estos aspectos, más interiores, en cuenta.
Gracias por el comentario.
Un abrazo.
¡Qué buen post!
Quizás si dejáramos, en más ocasiones, que las cosas fluyeran y escuchando a nuestra intuición (que viene de nuestras experiencias), las cosas no precisarían llamarse de ninguna manera. Son y ya está.
Lo que pasa que a veces es muy liberador poner a las cosas un nombre. Nos ayuda a saber qué son, qué pasa, a encontrar una explicación.
Y, al mismo tiempo, en otras ocasiones hacer caso a las etiquetas nos encierra.
Así que me gusta la propuesta final, siente y si algo ves que no encaja, ocúpate ¡el resto del tiempo dejemos fluir!
Un abrazo a las dos
Hola Amaya:
Qué linda la propuesta: Siente… si algo no encaja, ocúpate. Claro! no postergues la solución a las cosas que te inquietan o molestan. Ya después permite fluir. Este balance es forma maravillosa de alimentar nuestra intuición desde la productividad y la confianza.
Gracias por tu consejo, ideal para practicarlo a diario.
Un abrazo,
Mónica
Hola Mónica y felicidades por tu post Conchi. Buen ojo en el fichaje Mónica.
Creo que efectivamente, las etiquetas pueden cambiarse.
El problema más grave, para mí, es cuando esas etiquetas se les ponen a niños o a adolescentes, cuya personalidad no está formada. Eso sí que puede ser una losa, que actúa de lápida.
Los adultos podemos ser más o menos abiertos de mente, nos puede costar más o menos cambiar, pero podemos lograrlo.
A otras edades, hay que pensar 3 veces las cosas antes de decirlas.
Un tema muy interesante el del etiquetado.
Un afectuoso saludo
Hola Adela:
Así es, a ninguna edad una etiqueta es recomendable, pero en la infancia y la adolescencia son peligrosas. En ese momento en que te estás formando como persona, una etiqueta puede llevar a frenar tu crecimiento emocional e impedir en verdadero encuentro de la persona son su Ser, llegando a afectar sus relaciones a futuro. Es importante que nosotros como padres estemos atentos al uso de etiquetas o sobre nombres dentro de la familia y que valoremos ante todo a la persona y el adecuado desarrollo de su autoestima.
Un abrazo,
Mónica
Las etiquetas, es mucho lo que se puede decir de este mal. Porque a veces somos tan crueles con nosotros mismos. Yo predico mucho sobre el amor propio, desde esta mirada de queremos se aprende a no condenar lo que somos.
Etiquetas y emprendimiento, mucho que decir, ya que para que otros crean en nosotros, debemos nosotros creer en todo lo que somos capaz de hacer.
Saludos.
Hola Alexandra:
Si vas a emprender un camino, primero dejas las etiquetas para mirarte a ti misma, lo valiosa y creativa que eres para identificar tu propósito y encaminarte hacia el. Este acto requiere de amor propio, de fe en ti misma y como bien dices en creer en todo lo que eres para ser capaz de hacer.
Gracias,
Mónica
Las etiquetas muchas veces ayudan a entender mejor lo que pasan, y si las utilizaremos solo como explicación de una determinada circunstancia no pasaría nada, lo malo es que normalmente cuando llegan es para quedarse.
Hola Raquel:
Así es, mantener la atención de que no se te peguen las etiquetas, si no que puedas ser flexible para fluir con tu ser.
Un fuerte abrazo,
Mónica